Mientras nuestros vástagos investigaban los rumores sobre una peligrosa droga que comenzaba a circular por el barrio del Raval, todas las pistas apuntaban hacia un Sangre Débil recién llegado a la ciudad. Lo que no imaginaban era que el centro de aquella red no era un monstruo ni un criminal sin conciencia, sino Blanca Montoro, una joven vástago de Valencia de apariencia frágil, mirada melancólica y gran talento para la alquimia de sangre.
Blanca estaba destilando una droga conocida entre los mortales como la Rosa Rota, una sustancia adictiva que no solo alteraba el estado de conciencia de los humanos, sino que comenzaba a dejar rastro entre ciertos vástagos. Aunque los efectos eran inofensivos para los no-muertos, la existencia de la droga representaba una amenaza directa a la Mascarada. Tanto la Camarilla como los Anarquistas lo sabían… y querían controlar o eliminar el problema antes de que se saliera de las sombras.
El grupo de personajes encontró a Blanca en un loft abandonado del Raval, donde vivía oculta, trabajando en su alquimia y desconfiando de todos. Aunque la orden de Isadora Blackwood era clara —acabar con la Sangre Débil antes de que se aliara con los Anarquistas—, los jugadores decidieron intentar dialogar. Blanca no era una amenaza por voluntad, sino por ignorancia, miedo y necesidad.
Pero antes de que pudieran llegar a un acuerdo real, una manada del Sabbat, liderada por la enigmática y peligrosa Claudia Herrero, irrumpió en el lugar. No buscaban discutir. Querían a Blanca… y vinieron preparados. Tras un combate tenso y sangriento, los miembros del Sabbat lograron capturar a la joven alquimista y desaparecer con ella entre las sombras de la ciudad.
Desde entonces, Blanca Montoro ha desaparecido. Nadie sabe con certeza qué ha sido de ella, pero su sangre y su alquimia podrían ser la clave de algo mucho más grande que una simple droga.